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Esta semana hemos sabido que la compra de bonos por parte del BCE ha llegado a 1 Trillón (norteamericano, 1 billón español) de euros en un programa que empezó en 2015; en las mismas fechas el partido de extrema derecha alemán, AfD, ha superado al partido de la sra Merkel en su región, Mecklemburgo-Pomerania Occidental. No otro que el sr Schauble acusó al principio de este verano al sr Draghi de fomentar el ascenso del populismo en Alemania, por la política monetaria expansiva.

La verdad es que la opinión generalizada es que el éxito del AfD esta más relacionado con la inmigración de un millón de personas en Alemania en 2015, que con el hecho de que los ahorradores alemanes tengan rendimientos bajísimos, sus bancos regionales no ganen dinero y que la economía alemana este experimentando una revaluación interna. Además este Estado con 1,6 millones de habitantes no parece muy representativo, aunque para la sra Merkel pudiera ser un aviso personal.

De hace dos años ahora, la capacidad alemana de liderazgo ha variado a peor. Sus dos políticas europeas centrales,  la fiscal y la inmigración, están contestadas: la austeridad fiscal ha resultado dañina políticamente y su rentabilidad económica no sólo ha resultado nula, sino negativa, con el estancamiento del PIB, la caída de los precios y las deudas no se han reducido. La idea de que Alemania no tiene una política económica eficaz para la zona euro se va asentando, al repetirse los casos en que las reglas fiscales no se aplican.

Claramente el Sur del euro en este tema empieza en Francia y está en contra de la posición alemana, que en algunos países se ha convertido en un tema de política doméstica (Portugal, Grecia e Italia). El propio G20 en su última reunión de Hangzhou, China, ha insistido en políticas fiscales pro crecimiento. Pero con todo y ello es la inmigración y los países miembros de ls UE del Este los que han dado la noticia. La apertura al Este fue la gran apuesta de Alemania para requilibrar la UE después de la entrada de España, Grecia y Portugal. La influencia alemana se suponía, pese a la historia, dados los lazos culturales y económicos. Pero se olvidó el nacionalismo de países que tuvieron que mantener sus identidades durante cuarenta años, frente a la dura agresión comunista y rusa.

La ampliación al Sur había sido fácil políticamente. Los ciudadanos españoles, portugueses y griegos creían más en Europa que en sus países. Pero en el Este no ha sido así. Y la inmigración se ha convertido en el elemento de discordia, entre estos países y la Comisión. Algo nuevo en la UE donde hasta ahora los países “nuevos y menos desarrollados” no planteaban desafíos a las politicas centrales de la UE. La inmigración es 2016 un tema central de la Unión y también dentro de los grandes países. Así esta cuestión está ya en el centro de la política domestica alemana y es un serio problema de toda Europa, que como está demostrando trágicamente este verano se esta agravando.

La falta de una política de inmigración eficaz y aceptable para los ciudadanos es hoy una necesidad para la UE y para otros muchos países desarrollados, cuya carencia llega a afectar a la capacidad de estas sociedades de aceptar la globalización. También otra política nuclear europea, la compra de bonos por el BCE, ha sido noticia al llegar al trillón de euros y va a ser noticia porque la oferta de bonos alemanes elegibles está llegando a su fin, por la inexistencia de déficit fiscal en Alemania ¿Podrá en este ambiente el BCE ampliar la definición de lo que puede meter en su balance?

Mientras tanto y sin hacer ruido algo podría verse en el horizonte: tímidas subidas de tipos en los bonos soberanos pese a la compra masiva de los Bancos Centrales. Algo parecido ha pasado en los recientes dias en Suiza, Japón y Reino Unido ¿Es esto un síntoma de que el ciclo de los bonos empieza a darse la vuelta? Los datos de inflación y crecimiento no lo avalan, pero con 13 trillones norteamericanos de bonos de países desarrollados a tipos negativos, ¡ojo al parche!