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EUROPA Y ESTADOS UNIDOS VUELVEN A DISTANCIARSE EN ORIENTE PRÓXIMO.

La realidad económica, comercial, financiera, política, militar y hasta cultural entrelaza a la Unión Europea y a los Estados Unidos. Históricamente, han estado siempre del mismo lado, aunque no siempre unidos. Geopolíticamente EE UU es global, hasta imperial; mientras que a la UE no le importa ser irrelevante en Asia o Iberoamérica, lugares en los que se ocupa de​ sus intereses en materia de comercio e inversiones. En las relaciones con Rusia han conseguido hasta ahora mantenerse unidos, respaldados por la importante realidad que es la OTAN. Pero en Oriente Próximo, a las puertas de Europa, la colaboración ​ha sido cambiante. EE UU tiene un diseño marcado de lo que quiere, aunque lamentablemente sea cambiante y con resultados menos que pasables.

Desde la última guerra de Irak, cuando estuvieron separados,​ la UE y EE UU habían estado unidos en los conflictos surgidos en el propio Irak, Siria y Afganistán, con los europeos comprometiendo tropas a lo ​normalmente ​ que son tan renuentes. Esta semana Donald Trump ha sacado a su país del Acuerdo nuclear con Irán (Joint Comprehensive Plan of Action, o JCPA), siguiendo los expresos deseos de Israel y Arabia Saudí. Pero también respondiendo a las necesidades electorales domésticas del presidente Trump con comicios de mitad mandato el próximo noviembre. ​Sin embargo l​os sondeos de opinión indican que los americanos no conocen o no les importa este acuerdo. Esta decisión de Donald Trump indica que no le importa la opinión de sus aliados europeos en este tema, como tampoco le importó en el cambio climático o en la política comercial. Pero desde luego no cree que influya en el ambiente electoral estadounidense, mientras que la posición de Israel parece influir mucho más. Las recientes vistas de Angela Merkel o Emmanuel Macron a Washington han resultado por tanto bastantes estériles, con o sin muestras de cariño en público.

Estados Unidos se queja de que con este tratado la actitud de Irán en la zona seguía siendo intervencionista y que sus arsenales de misiles balísticos continuaban creciendo. La verdad es que el JCPA limita su prohibición sólo a la producción de armas nucleares y a las sanciones económicas. Los informes de la Agencia de la Energía Atómica, dependiente de Naciones Unidas y encargada de controlar in situ a los iraníes, eran positivos, algo reconocido por los responsables norteamericanos. La realidad es que hasta el momento son mayoritariamente las empresas europeas (francesas, alemanas, inglesas, italianas) las beneficiarias del levantamiento de las sanciones.

La UE, firmante del tratado a través de Francia, Reino Unido y Alemania, ha reaccionado a la ruptura apostando por mantenerlo sin EE UU. Pero las nuevas sanciones “del más alto nivel” que, según Trump, se volverán a reimplantar afectarán también a terceros países y a las empresas que comercien con Irán. La UE tendría, en este caso, que responder a las futuras sanciones a sus empresas con medidas similares contra empresas norteamericanas, al igual que China o Rusia, cofirmantes igualmente del acuerdo. La pregunta será qué se prefiere si el mercado iraní o el norteamericano y la respuesta parece bastante obvia. Pero la extraterritorialidad de las decisiones norteamericanas una vez más desgastará a sus aliados, como demuestran las airadas reacciones estos mismos días del ministro francés, Bruno Le ​M​aire, y del presidente de la Comisión, Jean Claude Juncker.

Además, esta “nueva realidad” definida por el nuevo asesor de Seguridad estadounidense, John Bolton, desembocará en cambios en la propia política iraní, que desde su firma se ha beneficiado de un buen crecimiento economico​. Bien aceptando nuevas condiciones no ya sólo nucleares sino también de su papel regional (en Siria, Yemen o Irak) a favor de sus enemigos israelíes y saudíes; bien volviendo a su programa nuclear a cambio de deteriorar su situación económica; bien confiando en que las empresas europeas estarán dispuestas a correr el riesgo de sufrir sanciones norteamericanas y con el secretario general de la ONU, Antonio Guterres, pidiendo que se mantenga el tratado aún sin EE.UU.

​Los norteamericanos parecen dejar de valorar  una realtiva moderación en el gobierno iraní, seguiendo las tesis israelies que tan equivocadas resultaron en Irak hace 15 años.​ Las papeletas de una escalada nuclear en la zona están aumentando, además del incremento de armamento más convencional que ya estaba en marcha, al igual que  escenarios de guerra en Yemen, entre Irán y Arabia Saudí, pero también en Siria, entre Irán e Israel​, a un lo que hay que añadir el Libano con Hezbolla ganando las últimas eleciones​. La realidad socioeconómica es en todos los actores, excluido Israel, explosiva. Solo Egipto tendrá 80 millones de personas en edad de trabajar en poco más de una década. Armas y desempleo hacen de la zona un riesgo para todos, pero sobre todo para la UE, que carece de peso militar e incluso económico para fijar las reglas.

En pocas semanas Trump se reunirá con Kim Jong-Un para hacerle aceptar un tratado de cese de las actividades de Corea del Norte a cambio del fin de las sanciones. Y es más que probable que el precedente de Irán esté en su mente. ¿Pero cuál de ellos? ¿La facilidad con que los norteamericanos rompen sus compromisos? ¿O lo lejos que está dispuesto a llegar Trump para imponer su voluntad?