Las economías españolas e italianas, dos claros milagros económicos europeos de la segunda mitad del siglo XX, son muy diferentes.
Los italianos aprovecharon muy bien los años 50, entraron de fundadores del Tratado de Roma y fueron una economía muy dinámica hasta los 1990. Tienen todavía la octava economía mundial, combinaron empresas privadas, grandes y pequeñas, con magnífico diseño y exportadoras y con un sector público empresarial en grandes sectores que aún mantienen.
España empezó a cambiar económicamente después, en la década de los 60, pero aceleró casi sin interrupción salvo en el principio de nuestra transición política con la segunda crisis del petróleo. La integración económica y monetaria europea ha sido muy distinta para unos y otros. Italia se estancó, siendo una de las economías que menos creció en el mundo en la primera década del euro. Su crisis política del principio de los 90 contribuyó a una incapacidad de reformas necesarias dentro del euro. España, al contrario, se ha beneficiado de su pertenencia al euro, de los fondos europeos y de un consenso político de reformas económicas que ha ido transformado su economía para adaptarla a tener una moneda fuerte y estable, no sin grandes sacrificios especialmente estos últimos siete años.
El sector financiero de cada país también ha sido muy diferente. Italia tiene un sector financiero protegido como casi toda su economía, poco competitivo para un ciudadano ahorrador al que tiene cautivo. España ha tenido y tiene un sector financiero eficiente y muy competitivo con un ciudadano menos ahorrador y más tomador de riesgos. La crisis mundial del 2008 y europea del 2010 se llama acertadamente financiera porque han sido los bancos donde se concentraron los excesos, muy altos en España y mucho más comedidos en Italia, cuyo problema es más una economía que no crece y una estrecha vinculación banca – industria.
España tenía en 2010 el sector bancario más competitivo de la UE, con muchas entidades luchando por el mercado, la mayor red de oficinas y la mitad del mercado en manos de las Cajas de Ahorros, que eran entidades de derecho público. En menos de cuatro años el panorama bancario español se transformó drásticamente: hoy las Cajas ya son bancos y el número de operadores es menos de un cuarto del que había. En Italia no ha pasado prácticamente nada. España aceptó (tuvo que aceptar) un rescate bancario europeo. Italia ha impuesto a la UE un rescate bancario en sus propios términos. España crece al 3%, Italia por debajo del 1%, algo tendrá que ver el sector financiero además de otras cosas.
España privatizó todo su sector público empresarial en 10 años, una gran parte en bolsa; Italia lo conserva y ha comprado parte del español. España ha hecho reformas laborales prácticamente en todas las legislaturas, Italia tampoco aquí ha hecho mucho pero aun así tiene un 12% de paro, pero un 132% de deuda pública sobre PIB. España ha conseguido ser más competitiva, recuperando todo lo perdido desde la entrada en el euro frente a Alemania, Italia no.
Con la reciente experiencia del Banco Popular, España inaugura el Mecanismo Europeo de Resolución impuesto por Alemania y que Alemania nunca va aceptar. Inversores, accionistas y bonistas lo pierden todo (bail in), los bancos son intervenidos y adjudicados sumariamente, un poco a la americana. Ahora veremos si los tribunales compensan responsabilidades también a la americana, desde luego más despacio. La experiencia de las Cajas ha traumatizado a la sociedad española por su intensidad y notoriedad; al ser entidades sin capital no había accionistas que pudieran perder el capital, donde los había, los tribunales lo han impedido.
Si esa jurisprudencia se mantiene, el Popular con tres ampliaciones de capital en cuatro años puede
ser un semillero de indemnizaciones. El sector privado bancario español también ha sufrido mucho por la crisis, sus accionistas han perdido mas de la la mitad (68%) de cada euro que tenían en 2008, por encima de los 100.000 millones de euros, a lo que hay que añadir la dilución por las muchas ampliaciones de capital (35.000 millones desde 2008 según Expansión). Además el Estado español ha garantizado por ley los créditos fiscales de la banca, lo cual augura poco pago de impuestos en el futuro por parte del sector. Una ayuda pública como otra cualquiera , que varios Estados europeos han establecido pero de la que la opinión pública no es consciente.
A España le vino bien primero y mal después la ultracompetencia bancaria que expandió las burbujas. A Italia le ha venido mal el anquilosamiento financiero. Italia, una vez más, ha protegido ahora su sector bancario, accionistas y bonistas incluidos. España ha apostado por una rápida y contundente consolidación que protege a los más grandes y con la mayor parte del negocio en otros mercados. En banca, la península ibérica es española. Italia en el sector bancario y en otros no favorece la entrada de extranjeros.
España ha concentrado su sector bancario; su desafío era garantizar una competencia real. A partir de esta semana será también explicar a los inversores por qué pueden poner su dinero en un sector, ultraregulado pero que puede parecer impredecible. Italia continúa manteniendo entidades, protegiendo a inversores, accionistas y bonistas, en un país con gran ahorro privado (el más alto del G7) cuya confianza en la economía nacional es una de sus grandes fortalezas, aunque hasta ahora le ha restado crecimiento.