La democracia parlamentaria española tuvo, desde su principio, una larga experiencia con gobiernos minoritarios y consensos. Fue precisamente el consenso, la marca de fábrica de la transición española y de su reconocimiento mundial. Pero especialmente desde los años 1990 las urnas han producido más gobiernos minoritarios que mayorías absolutas, sin embargo la estabilidad parlamentaria ha sido una constante, con los gobiernos del PSOE nunca agotando la legislatura y los del PP haciéndolo siempre, lo que ha respondido más a decisiones internas de cada partido que a presiones externas de sus socios parlamentarios, casi siempre partidos nacionalistas. La transformación política, económica y social de España en estos cuarenta años de democracia ha sido inmensa y constante, con un dinamismo superior a países como Francia o Italia.
Ciudadanos va y viene de la oposición al apoyo del PP constantemente
La actual legislatura parece distinta a las anteriores. Desde un principio con un resultado electoral muy fraccionado, con la mayor fuerza por debajo de los 140 diputados por primera vez en nuestra actual etapa histórica aún después de la repetición de elecciones. La propia repetición de elecciones, la dramática abstención del PSOE en la segunda investidura más consecuencia de sus errores al propiciar la repetición de elecciones que de otras cosas, pero sobre todo que el núcleo parlamentario de gobernabilidad no conforman una coalición, sino sólo mayorías coyunturales: investidura, techo de gasto, estibadores o presupuesto 2017, pero no la estabilidad política del gobierno y sus respectivos ministros, todo esto hace de la actual situación política una rareza. Efectivamente Ciudadanos va y viene de la oposición al apoyo del PP constantemente. Manteniendo al gobierno es cuestiones macroeconómicas, pero de ninguna manera en cuestiones políticas a nivel nacional, ya que a nivel autonómico sobre todo en Andalucía el apoyo político también se produce.
Podría parecer que Ciudadanos mantiene el gobierno Rajoy, pero no le evita cuantos desgastes políticos se produzcan, con la intención de crecer electoralmente a costa del PP. En la Comunidad de Madrid recientemente también parece haberse movido en esa dirección. Algunos dirán que este es un proceder poco leal, otros que la actitud displicente hacia Cs del PP y Rajoy nada más producirse la investidura enfriaron una confianza más que necesaria. Las supuestas fortalezas del PP, la amenaza de una nueva convocatoria electoral y la inevitabilidad de su primacía electoral basada en la buena situación económica, existen pero son difíciles de evaluar ante el reciente panorama de deterioro en la justicia más las operaciónes Lezo, Gurtell, Púnica. Desde luego el calendario se alargará con la aprobación del presupuesto para 2017. La situación económica de la zona euro (España, Portugal, Alemania, Francia) está en plena recuperación y la batalla por la actual política monetaria del BCE fundamental para este impulso económico aún está distante, el cambio de presidente del BCE en 2019.
¿Hará lo mismo ahora Pedro Sánchez si hay que aplicar el artículo 155?
A todo esto hay dos elementos, eminentemente políticos, que acaban de entrar en escena. La vuelta de Pedro Sánchez a la secretaria general del PSOE y la fecha de un referéndum ilegal unilateral en Cataluña. Lo segundo es el hecho más grave de la política española desde el intento de golpe de Estado en 1981, con consecuencias difíciles de exagerar tanto nacionales como internacionales. En el tema catalán el ensayo anterior fue después de las últimas elecciones catalanas durante noviembre y diciembre de 2015. En aquella ocasión, pese a estar en periodo electoral nacional, tanto el PSOE como Cs respaldaron a Rajoy. ¿Hará lo mismo ahora Pedro Sánchez si hay que aplicar el artículo 155? La ostentosa falta de comunicación personal entre los dos protagonistas no es muy reconfortante, tampoco la falta de sintonía entre el PP y Cs sin iniciativas conjuntas hasta ahora.
Gobernar, con o sin mayoría, requiere llevar la iniciativa, pero eso no presupone la soledad, menos todavía en un tema de unidad nacional con posible aplicación de poderes excepcionales del Estado sobre una Comunidad Autónoma. De los cuatro partidos nacionales, tres son suficientes para impedir un referéndum ilegal unilateral. ¿Para diseñar después un futuro habrá tres, dos, uno, ninguno? ¿Serán las próximas elecciones generales las que den un mandato para ese futuro? ¿Podrá Rajoy llegar hasta ahí? ¿Aparecerá un nuevo líder en el PP capaz de sobrevivir al fuego amigo? Los separatistas catalanes, si siguen adelante, es muy posible que no consigan ninguno de sus propósitos, pero van a marcar la agenda política por mucho tiempo, obligando a los demás partidos a diseñar una agenda que hoy por hoy no tienen, incluso a cambiar liderazgos.
Pero no sólo el PP tiene vela en este entierro. El PSOE necesita una nueva estrategia viable que evite una repetición continúa de elecciones. Su modelo de relaciones con Podemos tiene dos limites el euro y Cataluña, la unidad de España en términos más amplios, que no son límites pequeños. Si no los resuelve sus posibilidades no parecen muy dinámicas. Cs ya experimentó sus limitaciones en las elecciones vascas y gallegas de septiembre 2016, donde no obtuvo escaños. Permitir gobiernos sin integrarse en ellos es hasta ahora su especialidad, acosar al PP por sus supuestos casos de corrupción parece su palanca para crecer. ¿Se fiara el votante de centro derecha de un partido de centro izquierda? Hasta ahora lo ha hecho solo lo justo. Una vez más la cara que represente al PP será clave para las posibilidades de Ciudadanos. Se admiten apuestas.