Según avanza esta legislatura en España y con un Gobierno en una significativa minoría se va planteando la cuestión de quién influye más: ¿el partido ganador de las elecciones y en el gobierno, o los que le apoyan ocasionalmente para poder pasar medidas por el Parlamento?
No es la primera vez que tenemos gobiernos minoritarios, pero sí uno por debajo de los 150 diputados. Así que, en cierto sentido, la experiencia es nueva y dará, como siempre, ganadores y perdedores entre el grupo de partidos que establezcan pactos.
El acuerdo de investidura, después de más de 300 días, aparecía con un núcleo Partido Popular y Ciudadanos, no sólo para la investidura sino para un programa conjunto. Pero una vez empezada la legislatura las primeras medidas se toman más con el PSOE que con Ciudadanos.
Así un PSOE, que había salido muy trasquilado de su abstención en segunda votación a Rajoy, ha tomado un protagonismo en la subida del salario mínimo interprofesionaly en la estrategia de cuadrar el déficit con subidas de impuestos a las empresas y los especiales. También el abandono de la reforma educativa de la pasada legislatura y un mayor margen presupuestario ha sido protagonizado por las CC AA gobernadas por el PSOE, eso sí en coalición con Podemos.
La verdad es que aún es pronto para alarmarse por parte de los votantes de los PP. Primero porque queda muchísima legislatura y también porque, fijado el techo de gasto un 4% por debajo del año anterior, no puede decirse que la política fiscal sea expansiva, el Estado no aumenta su peso vía gastos, aunque sí lo haga vía ingresos, que a lo mejor a la gente que vota al PP le preocupa tanto o más.
La siguiente ronda con el Presupuesto y la anunciada revisión de la reforma laboralpermitirán ver qué orientación se toma ya de una manera más significativa. En una situación tan minoritaria es aún más cierta que lo que no se haga por el Gobierno al principio ya no se hará.
También hay que fijarse en Ciudadanos, aparentemente atrapado entre los dos grandes partidos y que corre el riesgo de ser “flor de un día”. Su bandera autonómica está olvidada y la lucha contra la corrupción a base de hacer dimitir a imputados ha empezado a demostrarse extrema. En cualquier caso ninguna de esas dos banderas le llevará electoralmente muy lejos. La pregunta es desde luego qué pueden hacer ahora, con un partido con poca base territorial y sin un mensaje claro más allá de las buenas intenciones.
El PP, gran ganador de la espera de 300 días, aparentemente tiene poco que perder. Está en el gobierno sin alternativa a substituirle y con el electorado más fiel de todos, que además no tiene dónde ir. Ofrecer ‘o yo o el caos’ ha resultado en las pasadas elecciones de junio y la radicalización de un Podemos asambleario puede permitir mantener esa oferta, habida cuenta de la debilidad del PSOE, sin líder y sin presencia territorial, ya que solo gana en Andalucía y está por ver si será así en el futuro si Podemos sigue subiendo.
Al electorado de derecha y centro derecha español no le gusta que con sus votos se gobierne en centroizquierda, sino que se lo pregunten a UCD, que habiendo hecho la transición fue substituida por AP en 1982. Pero ahora no hay un partido a la derecha del PP con un mínimo de estructura, ideología y un líder. De momento, el PP parece tener prisa en despejar el calendario presupuestario y las relaciones con las CCAA, que le podrían permitir suavizar el tema catalán y cumplir con Bruselas. Al PSOE ya le va bien.
¿Qué puede cambiar esta situación? La evolución económica no depende tanto de medidas internas, salvando grandes cambios, como de la zona euro. El BCE es el gran policy maker, sino el único, de la zona euro y acaba de asegurar que seguirá comprando bonos hasta finales del 2017, eso sí en menor cantidad. Eso debería asegurar que la bonanza de la financiación pública va a continuar, lo cual es una buena noticia para nuestro presupuesto.
La fuerte inercia de la demanda interna española nos llevará a lo largo de 2017, con una prevista mejora también en el conjunto de la zona euro. Sumémosle a esto Tremp y el 2017 no debería ser contrario a España. 2018 está muy lejos, pero llegará, será media legislatura . Cuando previsiblemente se podría acabar la política de pactos. ¿Quién habrá frustrado a sus votantes PP o PSOE? ¿Y Ciudadanos?